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CUBIERTAS VEGETALES EN ALMENDROS Y OTROS CULTIVOS LEÑOSOS


Importancia de las cubiertas vegetales

En Andalucía, un 53% de la superficie cultivada está ocupada por cultivos leñosos, fundamentalmente, olivos y almendros. Desgraciadamente, algunos agricultores tienen como prioridad mantener un suelo desnudo, donde jamás crece la hierba, mediante la aplicación de herbicidas o el laboreo continuo, lo que acarrea enormes problemas medioambientales tales como la contaminación de ríos, acequias, acuíferos y pantanos y la erosión del suelo. En los últimos años, se está tomando conciencia de estos problemas y cada vez son más los agricultores que mantienen cubiertas vegetales durante parte del año manejándolas de una forma sostenible. Desde el enfoque agroecológico, la cubierta vegetal no es un problema, sino un aliado: un elemento fundamental en el agrosistema, que protege el suelo, incrementando la materia orgánica y su actividad biológica, y que incrementa su diversidad y su complejidad ecológica, pudiendo actuar positivamente en el control de plagas y enfermedades.

Las cubiertas herbáceas son cada vez más utilizadas en los cultivos leñosos, sobretodo, gracias a las ayudas agroambientales de la PAC. Dichas cubiertas cumplen numerosas funciones, entre las que destacan:

1) Aportar MO al suelo

2) Evitar pérdidas de N por lixiviación o volatilización

3) Aumentar la actividad biológica del suelo

4) Acelerar la mineralización del humus

5) Mineralizar los nutrientes del suelo

6) Mejorar la estructura del suelo

7) Reducir el riesgo de erosión

8) Servir de refugio a los insectos auxiliares para el control de plagas del cultivo

9) Servir como alimento para el ganado

10) Fijar nitrógeno (leguminosas)

11) Captación de CO2 atmosférico

12) Amortiguar los cambios de temperatura

13) Aumentar la infiltración de lluvia

14) Colaborar en el control de malas hierbas por los efectos competitivos y/o ciertas sustancias que producen


Tipos de cubiertas vegetales y abonos verdes

Las cubiertas vegetales pueden ser espontáneas o cultivadas. Las cubiertas espontáneas son aquellas que crecen de manera natural bajo los cultivos leñosos, no requieren costes de implantación y suelen tener una gran diversidad de especies. Su composición está condicionada por la pluviometría, por la fertilidad del suelo, el banco de semillas existente en el mismo, y por su manejo (laboreo, siega, apero y fecha de laboreo, pastoreo…). Las cubiertas cultivadas son más costosas puesto que deben ser sembradas y pueden requerir un abonado extra o consumir más agua, pero suelen ser más productivas y permiten adaptarse mejor a las necesidades del cultivo y del agricultor. Por ejemplo, si necesitamos incrementar el contenido de nitrógeno del suelo, sembraremos una cubierta rica en leguminosas, que además serán un excelente pasto para el ganado, en caso de tenerlo. La especie leguminosa más empleada es la veza (Vicia sativa) por su mayor disponibilidad en el mercado, pero también se usan en menor medida otras como el yero (Vicia ervilia), la moruna o algarroba (Vicia articulata), la esparceta o pipirigallo (Onobrychis sativa), alfalfas de secano y mielgas, carretones (Medicago spp.). Si además de incrementar el contenido de nitrógeno queremos incrementar el contenido de materia orgánica y aportar más biomasa entonces podemos cultivar las leguminosas junto con algún cereal (avena, cebada, centeno). Las gramíneas (como son los cereales), además, gracias a su sistema radicular son más efectivas en el control de erosión y son más persistentes cuando son incorporadas al suelo que las leguminosas. Es crucial en estos ambientes semiáridos, recurrir siempre a especies y cultivares adaptados a las condiciones de precipitaciones de nuestra zona y que no requieran grandes inversiones de dinero. Del mismo modo, si tenemos algún problema de plagas, se pueden sembrar aquellas especies que favorezcan el desarrollo de la entomofauna auxiliar propia para la plaga que esté ocasionando el problema.

Los criterios que deben guiar la elección de las especies y variedades a emplear como abonos verdes podrían ser los siguientes:

  • Estar adaptadas a las condiciones de suelo (pH, textura, etc.) y humedad.

  • No ser exigentes en agua, nutrientes y cuidados para desarrollarse convenientemente, ya que los costes de cultivo deben ser bajos.

  • Aportar materia orgánica eficaz para la formación de humus.

  • Fijar nitrógeno

  • Ser competidoras eficaces con las hierbas, ya sea porque produzcan mucha biomasa en poco tiempo, y/o por liberar sustancias alelopáticas.

  • Favorecer la presencia de enemigos naturales.

  • Tener un bajo coste de implantación.

  • En el caso de plantaciones frutales, éstas deben tener muy baja capacidad de rebrotar tras la siega mecánica, si es lo que se pretende hacer en sustitución de su incorporación.

Numerosas especies de leguminosas tradicionalmente utilizadas están adaptadas a las condiciones de secano. Muchas de ellas han sido evaluadas para su uso y algunos resultados se recogen en los siguientes estudios (links). http://www.magrama.gob.es/es/ministerio/servicios/publicaciones/Uso_de_Abonos_Verdes_tcm7-187426.pdf http://www.juntadeandalucia.es/agriculturaypesca/ifapa/web/noticia/8849b8c0-8208-11e5-b6e0-c5d9efb4b7b6 http://www.juntadeandalucia.es/export/drupaljda/cubiertas_vegetales_en_olivar_legumbres.pdf http://www.agroecologia.net/recursos/publicaciones/publicaciones-online/2006/CD%20Congreso%20Zaragoza/Ponencias/16%20ForasterPulido%20Com-%20Ensayo.pdf


El manejo de la cubierta

El adecuado manejo es la clave para obtener efectos positivos (ecológicos, agronómicos y económicos) de la cubierta vegetal. En el caso de las cubiertas sembradas, éstas deben ocupar el centro de la calle cubriendo una gran parte de ella, ya que en las líneas entre los almendros es más difícil su manejo. Para la siembra se pueden usar abonadoras, sembradoras de cereales o sembrar a mano a voleo. Si el tamaño de la semilla es muy pequeño se recomienda mezclarla con algún material (arena, serrín, etc.) de mayor densidad y tamaño. Después de sembrar es importante incorporar las semillas ligeramente con la rastra o el cultivador. Lo ideal es luego apretarlas con un rulo, que, además, va a allanar el terreno facilitando posteriormente la siega. Algunas especies de cubiertas, por su ciclo vegetativo, sistema de control, o aprovechamiento, habrá que sembrarlas anualmente, como ocurre con la mayoría de las leguminosas y cereales. Otras especies sembradas y las cubiertas espontáneas, permiten mantener un banco de semillas en el terreno que germinarán en el otoño, después de las primeras lluvias, restableciéndose así anualmente las cubiertas mediante autosiembra. Para conseguir una resiembra natural de la cubierta también se puede dejar que semille una franja central de la cubierta. Esta franja será del tamaño mínimo necesario para producir la cantidad de semilla precisa. En verano se recomienda dar un pase de rastra o desbrozadora para esparcirla adecuadamente en toda la superficie de implantación de la cubierta. En parcelas en ladera, las franjas de la cubierta se han de disponer perpendiculares a la máxima pendiente del terreno, para potenciar el efecto contra la erosión.

En agricultura ecológica existen tres formas posibles de control de la cubierta:

  • Incorporación mediante laboreo. En condiciones de secano, los abonos verdes se siembran en otoño aprovechando las lluvias otoñales y se incorporan en primavera cuando aumenta el estrés hídrico. Para elegir la fecha de la incorporación hay que tener en cuenta que el laboreo favorece la transformación y mineralización de la materia orgánica y un aporte de nutrientes a los árboles bastante rápido, sobretodo, si la cubierta tiene una gran parte de leguminosas. No obstante, es importante mantener una altura baja de la cubierta de unos 15 a 20 cm para no competir con el cultivo, por lo que a veces es necesario segarla una o varias veces antes de incorporarla cuando el estrés hídrico aumenta en primavera.

  • Siega. En este caso hay que tener mucho cuidado por la competencia de agua con el cultivo, por lo que puede ser necesario realizar más de una siega. Para segar la cubierta es muy útil una desbrozadora de martillos por su rusticidad también en terrenos con mucha piedra. Además sirve para triturar la madera de poda sobre el suelo. Pero también hay segadoras con cuchillos horizontales o de cadenas, algunas de ellas con mecanismos para segar en las líneas de los árboles que se desplazan al tocar un sensor el tronco del árbol. Pero éstos son más adecuados en terrenos sin piedras. Si no hay segadoras desplazables, el control de la hierba cerca de los árboles se puede hacer con una desbrozadora manual.

  • Pastoreo. El ganado puede ser muy efectivo en el control de la cubierta vegetal siempre que se escojan las razas y especies adecuadas y se realice un manejo correcto. Las especies más apropiadas para la integración de la ganadería en los cultivos leñosos serían, sobretodo, oveja, gallinas, gansos y ocas. El pastoreo de las cubierta, además de disminuir la competencia entre el cultivo y la cubierta, aumentando la humedad del suelo, también favorece el reciclaje de nutrientes, aumentando la fertilidad biológica y química del suelo, no sólo mediante las deyecciones sino también debido a que el pastoreo estimula la secreción de sustancias orgánicas por parte de las raíces de las plantas. Además, en el caso de la oveja, esta aporta nuevas semillas que va liberando en las heces, renovando continuamente el banco de semillas del suelo. No obstante, es necesario que el pastor sea competente y evite que los animales dañen los árboles mediante un manejo adecuado (tiempos de estancia, rutinas de pastoreo, uso de perros, etc.). Además, el pastoreo debe realizarse de forma moderada y evitar entrar cuando haya lluvia para evitar problemas de erosión y compactación. Además debe ser bien planificado, para minimizar la competencia que genera un desarrollo excesivo de la cubierta.

Conclusiones

La utilización de cubiertas vegetales es crucial para la salud del suelo y de los cultivos leñosos. Sin embargo, la selección del tipo de cubierta (natural o cultivada) depende de las necesidades y objetivos de cada finca y/o agricultor. Las cubiertas naturales son más diversas y no requieren costes de implantación, mientras que las cubiertas cultivadas permiten alcanzar de manera más exitosa objetivos concretos como es el incremento de materia orgánica o la fijación de nitrógeno. En este último caso es muy importante asegurarse de que las especies seleccionadas están adaptadas a las características del suelo y climáticas de la finca. Finalmente, las cubiertas deben ser manejadas para evitar la competencia con el cultivo mediante laboreo (si se desea incorporar al suelo), siega (si se prefiere crear una cubierta permanente) o pastoreo (con el triple beneficio del control de hierba, mejora de la fertilidad y mejora de la cubierta).

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